Bueno, estoy seguro de que muchos estarán ya aburridos de escuchar siempre que el andaryego regresa... pero nunca dice a donde, y con eso de que ya perdió la brújula ya no sabe cuál es su casa.
Pero bueno, supongamos que hoy su residencia está en la gris, impersonal y nebulosa ciudad de Lima: aquella que le da olímpicamente la espalda a la playa y no usa el mar sino para lanzarle tablistas y unos cuantos miles de litros de agua no tratada y de cloaca.
Estar de regreso, implica entonces volver a esta urbe peruana. Más letras abajo...