En uno de los poblados, Juan Feliz Sánchez, un devoto católico, construyó con sus propias manos la capilla que aparece en la foto. Algo bello del sitio es que toda está hecha de piedras. Era temprano por la mañana, el cielo tenía ese azul que adquiere cuando el sol apenas le ilumina... sólo me faltaba un desayuno y a unos pasos del sitio, lo encontré: arepita, jugo y café. ¿Acaso se puede pedir más?
Cuando uno dice: "no tengo perro que me ladre", muchas veces lo dice con toda sinceridad y seriedad, la soledad es una cosa medio compleja. Pero en mi caso, durante la caminata que hice (unas 4 horas), me encontré un excelente compañero de viaje: comenzó por ladrarme, pero al tiempo se hizo mi amigo y me fue mostrando el camino paa llegar hasta la cima, desde donde pudimos ver la amplitud del valle y del río que alimenta Gavidia. Una vez que comenzamos a descender, sin embargo, le ladró a alguien más y se fue con él; ahí fue cuando pensé que no era un amigo, sino el guardián de la montaña.
Dos opuestos: el programa de Andes Tropicales, y sus mucuposadas (hospedajes ofrecidos por los habitantes) tiene un pequeño código de conducta para los viajeros. Conservación, orden, sostenibilidad, sueños de un mundo mejor, etc...
Pero por otro lado, nadie puede hablar de Venezuela sin pensar en sus lindas mujeres. Esta foto, mal tomada, no debe su calidad a la novatez del fotógrafo, sino a los nervios de ver a mujeres tan guapas y estar pnsando todo el tiempo en un mejor mundo... acaso no sería mejor si uno se queda con un monumento de esos y manda al diablo la conservación? Total, mientras ellas se conserven bellas, que el mundo ruede, no ?
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